Desde las Raíces del liderazgo afro en Cauca, al sur de Colombia
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Amparo es defensora de derechos humanos en Buenos Aires, Cauca. Desde allí ayuda a otras mujeres a emprender el camino de la autonomía económica como primer paso para la prevención de la violencia contra ellas. Esta lideresa hace parte de ‘Raíces, mujeres sembradoras del cambio’, una iniciativa de ONU Mujeres en alianza con el Gobierno Nacional, la Agencia de Cooperación Coreana en Colombia (KOICA), ONU Mujeres y UNFPA. Su enfoque principal es poner en el centro las voces de las mujeres rurales y su agenda para el empoderamiento económico. Hoy, en el Día de la mujer afrodescendiente resaltamos su liderazgo a favor de las mujeres de su municipio al sur de Colombia.
Amparo Popó tiene 52 años, vive en el corregimiento de Paloblanco en el municipio de Buenos Aires, departamento del Cauca, al suroccidente de Colombia. Es madre de cuatro hijos y su vida ha estado marcada por múltiples desafíos: vive en un territorio azotado por el conflicto armado y la violencia de género. Según datos del Registro Único de Víctimas de Colombia, con corte a junio de 2024, 548.341 personas han sido víctimas del conflicto armado en el Cauca, lo que equivale casi a una tercera parte de la población total departamental de este lugar, siendo el municipio de Buenos Aires uno de los más afectados por estas confrontaciones violentas en Colombia.
La principal actividad económica de Buenos Aires es la agricultura, seguida de la minería, lo que en muchos casos ha favorecido la minería artesanal, pero también prácticas ilegales que ha derivado en situaciones de violencia, especialmente contra mujeres y niñas de las comunidades que allí viven. Durante el primer semestre de 2024, en Buenos Aires se han presentado 11 casos de violencia doméstica, feminicidios y delitos sexuales, según reportes de la Policía Nacional de Colombia.
En ese contexto desafiante ejerce su liderazgo Amparo, quien hace parte de la Asociación de Mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca (ASOM), dedicada a la defensa de los derechos humanos étnico-territoriales, la formación y capacitación en prevención de violencias basadas en género y el desarrollo sostenible y es una de las 26 organizaciones socias del proyecto ‘Raíces, mujeres sembradoras del cambio’, liderado por ONU Mujeres en alianza con el Gobierno Nacional, la Agencia de Cooperación Coreana en Colombia y UNFPA, que tiene implementación en los departamentos de Cauca y Nariño. Allí, Amparo junto a sus compañeras, viene liderando proyectos productivos en su comunidad, centrados en el cultivo de café, plátano y avicultura.
Un camino de luchas y esperanza
Gracias a ASOM, cuenta Amparo, comenzó una nueva vida dejando atrás una época de marcada por la violencia. Fue madre con tan solo 15 años y sin muchas oportunidades, lo que la llevó a dedicarse al trabajo pesado de la minería para tener un sustento económico. También fue víctima de violencia de género, durante 17 años convivió con su agresor en una situación marcada por la sumisión y el miedo. Un día, decidió que merecía una mejor vida: “me miré al espejo y dije: esto no es lo que yo merezco”, recuerda. Con el apoyo de familiares, amistades y una inmensa fuerza interior, logró salir de esa relación destructiva y comenzar de nuevo.
Al vincularse a los procesos de ASOM recibió capacitaciones que no solo fortalecieron su conocimiento, sino que también la empoderaron para enfrentar la vida con una nueva perspectiva, lo que la ha llevado a ser reconocida en su comunidad como una lideresa. Amparo está convencida del poder que tiene para cambiar realidades. “Yo considero que tengo esa capacidad de ser resiliente y de luchar por lo que quiero. Además, tengo la capacidad de orientar a otras personas, yo mantengo pendiente de las problemáticas de la comunidad, de los conflictos que se presentan y ayudo a resolverlos. Ahora que yo entiendo un poco más de todo esto, también me gusta apoyar a otras mujeres y ayudarlas a identificar y enfrentar diversas formas de violencia que muchas de ellas viven a diario, violencia física, emocional, cibernética, social, vicaria y patrimonial”.
Desde ASOM, cuenta Amparo, con los emprendimientos que lideran las mujeres que hacen parte de este proceso, no solo han mejorado su situación económica y la de su familia, sino que también han fortalecido la economía solidaria de su comunidad. “A mí me gusta enseñarles a otras mujeres lo que yo he aprendido sobre los emprendimientos productivos porque si una mujer tiene una buena economía para sostener a su familia, puede tener tranquilidad por esa parte y así también se puede prevenir la violencia de género”, apunta Amparo con la fiel creencia de que la autonomía económica es el primer paso para una vida libre de violencias.
Amparo Popó es un ejemplo del liderazgo femenino en la prevención de la violencia y en la promoción de la autonomía económica. Su lucha no solo es un ejemplo de resiliencia, sino también un llamado a apoyar y proteger a todas las lideresas que, como ella, están cambiando el mundo. “Antes, las mujeres afro sufríamos violencia de género porque no teníamos información” reflexiona Amparo, quien ha logrado sobreponerse a múltiples adversidades y ahora es reconocida por su comunidad como una mujer empoderada dispuesta a apoyar a otras mujeres del territorio.
Sobre la participación en el proyecto ‘Raíces’ Amparo cuenta, “gracias al apoyo que hemos recibido con el proyecto ‘Raíces’, hemos logrado fortalecer esos conocimientos en temas de género, hemos aprendido que es muy importante que las mujeres participemos de igual manera que los hombres y que ellos también pueden aportar a las labores del hogar. Por otra parte, hemos recibido capacitación para mejorar nuestros emprendimientos productivos y nos han entregado insumos que nos han ayudado mucho para sacar productos de mejor calidad”.
Sobre el proyecto Raíces
Con el proyecto ‘Raíces, mujeres sembradoras del cambio’ se están apoyando agronegocios de 26 organizaciones socias y aliadas que agrupan a 833 mujeres en los departamentos de Cauca y Nariño, en 10 municipios del sur de Colombia. Estos departamentos, de acuerdo con el Estado colombiano, son dos de los más desafiantes para las defensoras de derechos humanos y la labor que realizan. Amparo, como todas ellas, resiste al contexto violento desde la ruralidad y la agricultura para avanzar en un mundo donde los derechos de las mujeres estén en el centro de la acción por la consolidación de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030.