En el Día Internacional de las Mujeres Rurales, reconocemos su poder transformador, su liderazgo y aporte al desarrollo económico en Colombia

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Las mujeres rurales son guardianas de la tierra y contribuyen al desarrollo agrícola del mundo. Este 15 de octubre, visibilizamos su crucial aporte a la seguridad alimentaria y hacemos un llamado para la garantía plena de sus derechos humanos y la mejora de sus condiciones de vida.

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Las mujeres rurales producen el 50% de los alimentos en el mundo y son las más vulnerables a la pobreza: no tienen títulos de propiedad sobre las tierras que cultivan, sus salarios son hasta 30% menores que los hombres y tienen un limitado acceso a créditos y mercados. La crisis económica global y los embates del cambio climático solo profundizan esta brecha, amenazando no solo su supervivencia, sino el futuro de la agricultura sostenible, esto según el informe de ONU Mujeres “Igualdad de remuneración, conceptos básicos y herramientas”.  

En promedio, las mujeres representan más del 40% de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo. Según el DANE, en el año 2024 en Colombia, el 76% de la población se ubica en zonas urbanas y 25% en zonas rurales, de acuerdo con las proyecciones la proporción de mujeres en las zonas rurales ha disminuido al ritmo de la urbanización, lo más llamativo es ver cómo ha cambiado esto con los años: si nos devolvemos a 1950, más de la mitad de las mujeres (56 de cada 100) vivían en el campo. Hoy, ese número ha disminuido, llegando solo a 22 de cada 100. Esto nos muestra que cada vez más mujeres están dejando el campo para buscar oportunidades en las ciudades, lo que representa un gran desafío para el desarrollo rural y la igualdad de oportunidades en el país.  

Las cifras cuentan una historia de trabajo no remunerado de las mujeres rurales, quienes sostienen sus hogares con jornadas interminables. De aquellas personas que diariamente dedican 8 horas o más al trabajo no remunerado a nivel nacional, el 85,7% son mujeres y el restante 14,3% son hombres; sin embrago esta brecha se amplía aún más en la zona rural donde el 89,5% son mujeres y el restante 10,5% son hombres (DANE, ENUT 2021). El dato más preocupante revela que 1 de cada 12 niñas y jóvenes, entre 6 y 21 años, sacrifica sus estudios para convertirse en cuidadoras del hogar (DANE). Este panorama, agravado por costumbres que las excluyen de espacios políticos y económicos claves.  

Un desafío crucial para las mujeres rurales son las persistentes brechas de género y las normas sociales discriminatorias que siguen limitando su participación en los ámbitos económico, político y social. A pesar de que su trabajo es vital para las comunidades, su contribución sigue siendo invisibilizada y mal remunerada. De acuerdo con el DANE, para 2023 en la zona rural se encontró que 27,8% de los hogares con jefatura femenina están en pobreza multidimensional, mientras para los hogares con jefe masculino es de 23,6%. 

Ante este panorama, se promueven iniciativas que fortalecen su autonomía económica, liderazgo y participación, a través de proyectos como ‘Raíces, mujeres sembradoras del cambio’, liderado por ONU Mujeres, el Gobierno de Corea, el Gobierno Nacional y UNFPA, que busca impulsar el empoderamiento económico de las mujeres y jóvenes rurales en 12 municipios de Nariño, Cauca y Valle del Cauca.  

La iniciativa se implementa en los municipios de Buenos Aires, Caldono, Piendamó y Popayán en el departamento de Cauca; Tumaco, Barbacoas, Leiva, Policarpa, Cumbitara y Pasto en Nariño; así como Buenaventura y Cali en el Valle del Cauca. El proyecto ha generado un impacto tangible en el suroccidente colombiano durante sus dos años y medio de implementación, trabajando de la mano con 835 mujeres rurales que han fortalecido significativamente sus capacidades productivas, técnicas y organizativas.  

Este avance se refleja en 26 iniciativas productivas que abarcan cultivos y actividades como aguacate, banano, cacao, café, cría de cerdos, cuyes, gallinas; así como hortalizas, limón tahití, piangua, plátano, tilapia y tomate. El proyecto no solo mejora la calidad de vida de estas mujeres, sino que impulsa el desarrollo económico y sostenible de sus comunidades.  

De acuerdo con Olga Chacón Caicedo, de la organización socia Asociación Aslicasa, desde donde produce lima ácida Tahití en Nariño: la importancia de las mujeres rurales radica en su valioso aporte al desarrollo de las regiones. Son las manos firmes que, día a día, trabajan en el campo por un futuro más equitativo y sostenible. Este proyecto nos ha devuelto la esperanza, hoy creemos firmemente en el papel transformador que tenemos las mujeres rurales y como productoras de limón Tahití en Leiva, Nariño, nos unimos a la conmemoración de este día que reivindica nuestro rol y liderazgo en cada rincón del país”.  

Raíces no solo impulsa la autonomía y los derechos de las mujeres, sino que se convierte en un motor clave para la paz, el desarrollo y la sostenibilidad económica, social y ambiental de sus territorios, contribuyendo directamente a la lucha contra el cambio climático. Con un enfoque integral, esta iniciativa fortalece las instituciones locales, creando un entorno favorable para el empoderamiento económico y sostenible de las mujeres. Además, busca aumentar sus ingresos, consolidando cadenas de valor y promoviendo una mayor conciencia social y cultural. Al mismo tiempo, fomenta la igualdad de género y asegura que las mujeres rurales tengan un papel central en el futuro económico de sus comunidades. 

A su turno, Jineth Casso Piamba, del municipio de Caldono, Cauca, Mejor Vivir, Mujer y Juventudes, comentó que “Raíces ha sido un medio para fortalecer a las mujeres caficultoras, a través del empoderamiento económico. Además, hemos podido consolidar la transformación del café a partir de la ancestralidad y la sabiduría que nos han dejado los mayores y mayoras, por eso, nosotras tostamos el café en cayana, dándole ese valor agregado al sabor, la contextura, la concentración y la presentación. Todo esto es hecho por manos de nosotras las caficultoras que hacemos todo el proceso desde la siembra, la cosecha, la limpia y la transformación del café y que aparte de eso lo cultivamos con abonos orgánicos para garantizar un producto saludable y que no contamine el medio ambiente”.  

Desde Raíces también se ha logrado sensibilizar a un total de 1.430 personas respecto al cambio en las normas sociales y culturales que perpetúan las violencias de género. Además, 2.706 participantes en los procesos de fortalecimiento, que tiene como objetivo la creación de espacios seguros y libres de violencia contra las mujeres.  

Las mujeres rurales emergen como protagonistas esenciales del desarrollo sostenible, aunque su plena participación en actividades económicas, políticas y sociales aún enfrenta obstáculos que requieren más acciones tangibles y presupuestos concretos. Los datos confirman que cuando estas mujeres acceden a recursos y oportunidades, no solo mejoran sus propias vidas, sino que se convierten en actoras fundamentales del desarrollo, la lucha contra el cambio climático, la erradicación de la pobreza extrema, consolidándose como una estrategia efectiva para enfrentar los desafíos más apremiantes del país.