Hilando sueños, cosechando esperanzas: la historia de Natividad González Apushana

Natividad González Apushana es una mujer indígena, tecnóloga en ciencias y tecnologías agrícolas, directora de una institución educativa en Maicao (La Guajira) y ha empoderado económicamente a otras mujeres de su comunidad a través de los aprendizajes obtenidos con el proyecto “Más allá de las banderas somos mujeres” de ONU Mujeres y la Oficina de Población, Refugio y Migración de Estados Unidos (PRM, por sus siglas en inglés).

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Foto: ONU Mujeres
Foto: ONU Mujeres/Lismari Machado.

"Soy Natividad González, tengo 56 años y mi vida ha transcurrido entre Venezuela y Colombia, en esta zona fronteriza que ha sido mi hogar desde siempre. Mi historia comenzó en los años 70, cuando la escasez de escuelas rurales en Colombia obligó a mis padres a moverse buscando una mejor educación para mí. Terminé internada hasta graduarme, un sacrificio que marcó el inicio de mi camino.

Aunque no pude continuar con una beca que obtuve, logré completar un tecnólogo en ciencias y tecnologías agrícolas. Hoy soy docente de cátedra de biología y química, pero mi pasión va más allá del aula. Siempre me ha gustado el trabajo comunitario, especialmente aquel que beneficia a las mujeres.

Mi vida dio un giro cuando me convocaron a una reunión en Maicao. Como miembro de una red binacional de mujeres en la zona fronteriza, conocí el proyecto "Más allá de las banderas somos mujeres". Fue ahí donde profundicé mis conocimientos sobre el impulso del desarrollo económico.

Comencé con un pequeño emprendimiento de tejidos y bolsos, que luego evolucionó a la confección de vestimentas típicas. Hoy me dedico a la costura de mantas, lo que me ha permitido mejorar mi nivel de vida. Pero lo más gratificante ha sido poder llevar este conocimiento a otras comunidades.

En las comunidades indígenas, siempre es necesario introducir nuevas estrategias de emprendimiento. Muchas mujeres tejen bolsos que luego venden a intermediarios, quienes se llevan la mayor ganancia. Con el proyecto, estamos cambiando esa dinámica. Les enseño cómo manejar un plan de negocio, cómo desarrollar una idea y cómo gestionarla.

He tenido el privilegio de enseñar a más de 70 mujeres sobre cómo desarrollar un proceso socioproductivo y cómo, paso a paso, se puede llegar a un emprendimiento exitoso. Uso el espacio de la institución educativa que dirijo para impartir estos talleres. A veces solo tenemos tinto, otras veces solo agua, pero siempre tenemos ganas de aprender y crecer.

He visto transformaciones increíbles. Recuerdo a una mujer que vivía en zozobra con sus cinco hijos, sin saber cómo sobrevivir. Le dije: "Tienes dos manos, dos ojos y ganas de salir adelante. Aquí tienes un hilo y una aguja. Empieza poco a poco". Otra señora vendió sus dos cochinos para aprender a tejer, y ahora vive de la venta de sus productos.

Mi mensaje siempre es el mismo: no le teman a lo que son capaces de hacer. Primero conozcan, pregunten, pero no tengan miedo. Se trata de empezar y hacer. Lo que aprendemos en la teoría debemos llevarlo a la práctica. Muchas mujeres indígenas ponen barreras, diciendo que les falta capital para emprender. Pero yo les digo que hay que romper ese ciclo.

Foto: ONU Mujeres/Lismari Machado
Foto: Natividad González Apushana.

Para mí, tejer es desarrollar una idea, y emprender es la única forma de asegurar un buen futuro para nuestros hijos. Ellos son el futuro del desarrollo de la comunidad.

Como mujeres indígenas, somos partícipes de este proyecto con la esencia de la gran humanidad y de la superación. No hay que esperar a los demás. Si aprendemos algo, no es solo para nosotras, es para compartir con las demás”.