Cinco ciudades de Colombia avanzan en conformación de Red Nacional de Ciudades Seguras

Las representantes de los mecanismos de género de Bogotá, Medellín, Cali, Popayán y Viillavicencio se dieron cita el pasado martes 5 de diciembre en el I Encuentro nacional de las entidades que forman parte del programa bandera de ONU Mujeres: Ciudades seguras para mujeres y niñas, de cara a avanzar en la conformación de la Red Nacional de Ciudades Seguras.

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La representante de ONU Mujeres Colombia, Ana Güezmes, presidió el encuentro que partió desde un compartir de saberes. En ese sentido, Güezmes destacó un grupo de buenas prácticas desarrolladas en América Latina para apostar integralmente al objetivo de hacer de los espacios públicos entornos seguros para las mujeres y las niñas.

Las cuatro áreas de acción que plantea este programa son: 1.) realización de diagnósticos y generación de un sistema de información; 2.) construcción de reglas o marcos normativos a escala municipal; 3.) inversión en estructura urbana vista desde la perspectiva de las mujeres; y 4.) desarrollo e implementación de campañas y otras iniciativas comunicativas que acompañan el cambio sociocultural. 

Ciudades seguras
Crédito: ONU Mujeres 

“Más del 81% de la población de América Latina vive en ciudades y se prevé que la cifra siga en aumento. Por eso, hacer de ellas espacios seguros para las mujeres y las niñas es una tarea cada vez más urgente. Lograrlo pasa por construir una red de acción colectiva entre todo el tejido urbano, que pasa por los gobiernos locales y por un comité interinstitucional. Superando la visión de que todo debe ser nacional, podremos avanzar en este compromiso”, afirmó Güezmes.

Al respecto, Valeria Molano, secretaria de las mujeres de Medellín, destacó el trabajo hecho con organizaciones de base de la comuna 13 de esta ciudad antioqueña que permitió no sólo, por ejemplo, construir campañas de transformación cultural como Menos piropos, más respeto, sino transversalizar el proyecto en el plan de desarrollo de ciudad, con el respaldo de la sociedad civil.

También presente en el encuentro, el Director nacional del programa Ciudades y posconflicto de ONU Hábitat, Alfredo Manrique, agregó que parte del cambio pasa por “poner espejos a las formas de ser y actuar que se han naturalizado en los territorios y que están permeadas por un autoritarismo en todas las relaciones, entre esas las que se dan entre los hombres y las mujeres (…) Incluir el enfoque de género en la nueva agenda urbana propone transformar esas situaciones desde varias rutas, una de ellas es trabajar con enfoque territorial y no sectorial en las políticas públicas”.

Desde la empresa privada, Enrique Cuellar, CEO de Biko – app que promueve el uso de la bicicleta a través de un sistema de incentivos basado en una moneda virtual – recalcó el importante papel que la empresa privada juega en hacer viables las iniciativas que hagan de las ciudades espacios más seguros. “El sector público puede alivianar el costo de desarrollo e implementación de estas acciones sumando al sector privado a ello. Ya hay muchas empresas comprometidas atentas a invertir sus recursos en buenas causas, hay que tener mirada amplia”, dijo.

Sobre el programa Ciudades Seguras

Con Quito, Ecuador; El Cairo, Egipto; Nueva Delhi, India; Port Moresby, Papua Nueva Guinea; y Kigali, Rwanda como ciudades inaugurales, el programa Ciudades Seguras abacar en la actualidad a más de 20 ciudades del mundo.

En América Latina, México y Colombia son los países que lideran la suscripción de acciones enmarcadas en este programa que busca poner fin al acoso y otras formas de violencia sexual que experimentan a diario las mujeres en las zonas urbanas y rurales, en países desarrollados y en vías de desarrollo.

Comentarios sexuales no deseados y manoseos, hasta violaciones y feminicidios son algunas de las formas de violencia que temen experimentar las mujeres. Ocurre en la calle, en el transporte público, la escuela y el lugar de trabajo y sus inmediaciones, en el parque, en las instalaciones de saneamiento público y en los puntos de distribución de agua y alimentos.

Esta realidad reduce la libertad de movimiento de las mujeres y las niñas y su capacidad de participar en la escuela, el trabajo y la vida pública. Limita su acceso a los servicios esenciales y el disfrute de oportunidades culturales y de ocio. Asimismo, repercute negativamente en su salud y bienestar.

Como cierre de este encuentro celebrado en Medellín, las ciudades asistentes sistematizaron buenas prácticas y caracterizaron la Red Nacional de Ciudades Seguras, conglomerado que servirá para intercambiar saberes, lecciones aprendidas y fortalecer, para 2018, las acciones futuras a través de esfuerzos colectivos.