Colombia en Beijing: mirada retrospectiva a la IV Conferencia de la Mujer

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Hace 25 años cerca de 30 mil activistas de todo el mundo se reunieron en Beijing, China, para consolidar el plan más visionario en materia de igualdad de género, 20 colombianas  hicieron parte de este hecho histórico. Hablamos con Beatriz Quintero y Olga Amparo Sánchez de este evento que puso la voz de las colombianas en este hito mundial por la Igualdad.

Un mundo mejor, con igualdad de derechos y oportunidades para todas las mujeres y niñas, fue el propósito hace 25 años en Beijing, China, cuando se llevó a cabo la IV Conferencia Mundial de la Mujer, que posibilitó el plan más ambicioso respecto a la igualdad de género: la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing que fue celebrada en presencia de más de 30 mil activistas y representantes de 189 países de todo el mundo Hoy, más de dos décadas después, la pobreza, el medio ambiente, la violencia contra las mujeres y niñas, la repartición en igualdad de las labores domésticas, la urgente necesidad de que todas accedan en igualdad de condiciones al trabajo remunerado, entre otros temas, siguen sigue siendo fundamentales para el movimiento de mujeres global. 

Entre esas más de 30 mil activistas de todo el mundo, estaban las mujeres colombianas. Fueron alrededor de 20 las participantes en representación de nuestro país, todas inquietas por un cambio social en donde las mujeres gozaran de igualdad de derechos, ellas, viajaron más de 20 horas rumbo a China y lograron poner en el centro de la discusión global los problemas de las mujeres colombianas. Fueron quince días de “un curso exprés sobre el movimiento de mujeres mundial”, comenta Beatriz Quintero, directora de la Red Nacional de Mujeres, y quien fue la coordinadora del trabajo colectivo que las llevaría a China para hacer historia. 

A ese encuentro mundial llegaron con el libro ‘Las mujeres colombianas en la década 1985-1995’. El documento fue financiado por el entonces Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, UNIFEM. En él, abordaron temas que hoy en día resultan también fundamentales para el movimiento de mujeres en Colombia, tales como la participación política, la pobreza, el acceso a la salud, la educación, el empleo y la violencia.

“Fue un encuentro para ver la potencia feminista en pleno. Estar allá significó mucho para mí porque, en un mundo en el que recién se comenzaba a hablar de internet, las feministas tomamos consciencia que no necesitamos de la virtualidad para ser un movimiento global”, recuerda Olga Amparo Sánchez, coordinadora de la Casa de la Mujer, y otra de las  colombianas que estuvo en la delegación de Colombia para ese entonces. 

Hablamos con ellas sobre su participación en Beijing, los avances y rezagos en materia de derechos humanos para las mujeres y sus reflexiones sobre el movimiento por la Igualdad en Colombia.

 

“Beijing nos enseñó que es posible trabajar en conjunto para avanzar hacia la igualdad”

Para Beatriz Quintero, paisa, ingeniera de profesión y directora de la Red Nacional de Mujeres, la llegada a la Cuarta Conferencia de la Mujer fue muy importante “porque no llegábamos con las manos vacías, hubo un proceso inicial de construcción conjunta y sabíamos a qué íbamos”, manifiesta. Entendimos mucho más el movimiento feminista, ya no a nivel local, sino internacionalmente. Además, fue trascendental para mí entender la geopolítica porque cuando una hace parte del movimiento feminista piensa que tenemos algunos acuerdos sobre cómo hacer incidencia, pero en ese momento entendí en realidad qué pasa en términos de derechos humanos con las mujeres árabes, afros, cristianas, cuál es la diferencia entre Europa Oriental y Europa Central…Fue un curso exprés sobre feminismo”. 

De ese mundo de la década del 90, recuerda Beatriz, poco o nada queda, pues la tecnología se instaló en la vida de todos y todas alrededor del mundo y era justamente en Beijing en donde “se iniciaba el mundo global ante nuestros ojos: feministas de todos los rincones del mundo llegamos a esa globalidad, nos juntamos y logramos apropiarnos de esos 12 puntos de la Plataforma de Acción y la convertimos en nuestra agenda. Eso significó un quiebre comunicativo que nos juntó a las feministas de todo el mundo”. 

Los avances en derechos humanos para las mujeres colombianas han mejorado en temas como la participación política, derechos sexuales y reproductivos y el reconocimiento de la no violencia. No obstante, la pandemia se presenta como un escenario muy desfavorable para las mujeres y niñas: “si bien hemos avanzado, la violencia contra las mujeres aún está muy instalada en la sociedad y la falta de corresponsabilidad en el trabajo de cuidado sigue. El famoso cuarto propio del que hablaba Virginia Wolf era la oficina, allí éramos independientes, ejecutivas, directoras, académicas, pero el confinamiento nos retornó a la casa y a ser esas señoras que tienen que cuidar a los niños, adultos mayores y enfermos”, agrega.

La constituyente del 91, cuenta Beatriz, hizo del movimiento de mujeres colombiano de ese entonces uno con mayor participación, coyuntura que facilitó de alguna manera la llegada de las colombianas a Beijing: “era un movimiento nuevo, joven. Gracias a la constituyente cambió la relación entre el Gobierno y sociedad civil, y ahí estábamos nosotras, nos abrió espacios de participación. Hoy en día es un movimiento con mucha más madurez que entiende la importancia de la articulación para generar cambios y en esa agenda política el compromiso que se hace cada vez más fuerte es el de avanzar hacia la paz. Somos pacifistas, no solo de palabra, sino también de hechos”.

 

“Fue un encuentro para ver toda la potencia feminista en pleno”

Cortesía: Sentiido

Así recuerda Olga Amparo Sánchez la IV Conferencia de la Mujer. Ella, paisa, activista por los derechos de las mujeres e investigadora y autora de artículos sobre paz y mujeres, derechos sexuales y reproductivos, participación política y sociales de las mujeres y violencias contra las mujeres, recuerda este evento mundial como uno en el que se pudo “ver toda la capacidad del movimiento feminista haciendo alianzas, no a pesar de las diferencias sino gracias a ellas. Sin embargo, me confrontó mucho cuáles eran las prioridades de las agendas de las diversas mujeres que participamos. Recuerdo que hubo algunas tensiones. Por ejemplo, con las africanas hubo tensión porque algunas organizaciones consideraban que la agenda era el aborto y ellas decían que esa no era su agenda. Todas estas tensiones respondían a las realidades de los diferentes sistemas de opresión que tienen lugar en el cuerpo de las mujeres, pero en el 95 no lo decíamos así”. 

De acuerdo con Olga Amparo, la Plataforma de Acción de Beijing resultó ser un hito para el movimiento feminista global porque “fue un proceso de movilización frente a la crisis social de los 80 y frente al neoliberalismo y qué le aportaba este a las mujeres o no. No es que la conferencia fuera ‘la iluminada’, sino que logró recoger estas reivindicaciones y enfoques para hacer presión para que los Estados firmaran este plan de acción”. 

Olga coincide con Beatriz en que el movimiento de mujeres en Colombia es un colectivo comprometido con la paz: “estamos cada vez más dispuestas a romper con el mandato patriarcal que nos dice que no podemos hacer incidencia política y que no podemos juntarnos. Esto quedó muy claro en el Acuerdo de Paz, dejando claro que no estamos divididas, y eso es justo lo que el patriarcado no quiere: vernos actuar en unión”. 

El gran reto que el movimiento de mujeres en el país tiene, enfatiza Olga, está en que a las mujeres se les otorgue “legitimidad y autoridad a la experiencia de las mujeres, no se nos ve como un colectivo con poder político. Esto queda muy claro en los momentos cruciales de la vida nacional: no nos llaman para negociar un pliego de peticiones, a diferencia de los indígenas o los estudiantes”.


 
 

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