Acción Humanitaria

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Las crisis humanitarias, ya sean por desastres, emergencias complejas en contextos de conflictos armados o flujos migratorios mixtos no son neutrales al género, sino que afectan de manera diferenciada a los hombres, las mujeres, los niños y niñas, ancianos, personas con orientaciones sexuales e identidades diversas u otros grupos de las comunidades.

La asistencia humanitaria debe por lo tanto responder a las necesidades particulares, teniendo en cuenta también las capacidades, posibilidades de resiliencia y de respuesta individual y colectiva antes estas situaciones. La población femenina, infantil, de tercera edad o en situación de discapacidad tiene muchas veces menos acceso a los bienes y recursos, incluso antes de las  situaciones de crisis, lo que les coloca en desventaja en estos contextos. Aunado a esto, las limitaciones en su incidencia, representación y participación en la toma de decisiones, tanto a nivel del hogar como en la comunidad, les puede exponer a efectos negativos más agudos.

Teniendo en cuenta esta realidad, se reconoce la importancia de incorporar un enfoque de género en la acción humanitaria, para que ésta sea más efectiva, tenga un mayor impacto durante sus operaciones y para que genere mayores beneficios para los diferentes grupos poblacionales que se ven afectados por una emergencia, además de constituirse en una oportunidad para el cierre de las brechas de género.

El enfoque de género en la acción humanitaria

Este este sentido, la integración del enfoque de género en la acción humanitaria no reivindica un cambio en lo que se hace, sino de la manera en qué se hace. Las intervenciones humanitarias tendrán por lo tanto un mayor impacto al incorporar en su análisis cuestiones de género en tanto que:

  • Responde a las necesidades específicas de cada grupo y no percibe a la comunidad como un grupo homogéneo.
  • Identifica y visibiliza las necesidades específicas a través de datos e información desagregada.
  • Asegura que todos los grupos accedan equitativamente a la asistencia y servicios prestados en el marco de la ayuda humanitaria.
  • Presta una asistencia enfocada en los grupos más vulnerables.
  • Protege de una mejor manera a las poblaciones femeninas, masculinas, infantiles, de la tercera edad, entre otras, de los efectos negativos creados por los contextos de crisis.
  • Reconoce y previene de una mejor manera impactos no deseados de la acción humanitaria en sí misma contra los diferentes grupos que componen una población en situación de emergencia.
  • Actúa favoreciendo el cierre de las brechas de género al involucrar de una mejor manera a las mujeres, hombres, jóvenes, niños, personas de la tercera edad y otros grupos en el diseño y la implementación de las actividades humanitarias, empoderando a estos grupos a contribuir en las actividades de recuperación y aumenta la eficiencia de la asistencia en general.
Se estima que 1 cada 5 mujer refugiada o desplazada en un contexto humanitario complejo ha sufrido  violencia sexual  – seguramente una subestimación dadas las barreras asociadas con la revelación de esos hechos.
60% de las muertes maternas que se pueden prevenir se producen en entornos de conflicto, desplazamiento y desastres naturales.
Las niñas tienen 2.5 veces más de probabilidades de no estar escolarizadas en países afectados por conflictos, en comparación con sus contrapartes de países sin conflictos.

 

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