Teófila Betancurt: partera tradicional, cuidadora de la vida, el territorio y la memoria

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“Uno se siente como que está dando vida en ese momento.” Así recuerda Teófila Betancurt el primer parto que atendió. No fue planeado. La vida, como siempre lo ha hecho con las mujeres sabedoras, la llamó a cumplir su destino: ser partera, curandera, cocinera tradicional y sembradora de vida.

Esta historia se visibiliza en el marco del  programa “Entornos que cuidan” es liderado por ONU Mujeres en alianza con la Embajada de Canadá y articulación con el Ministerio de Igualdad y Equidad, el cual busca transformar la manera en que se entiende, valora y distribuye el trabajo de cuidados en Colombia. La apuesta es posicionar el cuidado como un derecho colectivo, reducir las desigualdades que afectan principalmente a las mujeres, visibilizar y resignificar las prácticas de cuidado comunitario y colectivo, como las que encarnan las parteras tradicionales. 

teofila

Teófila nació y creció en el municipio de Guapi, Costa Pacífica caucana, al suroccidente de Colombia, hace 61 años, rodeada de cantos, plantas medicinales y manos sabias. Su abuela, era una reconocida partera del territorio que le transmitió no solo conocimientos sobre hierbas tradicionales, cuidados y rituales ancestrales, sino también la profunda conciencia de que el cuidado es un acto colectivo que sostiene la vida y la memoria en los territorios: “Desde que nacemos, nos enseñan a cuidarnos unos a otros. El cuidado comienza incluso antes de que el niño o la niña nazca”, afirma.

Teo, como es conocida en el Pacífico caucano, ha sido testiga y protagonista de la resistencia silenciosa de las mujeres rurales afrodescendientes, quienes han traído generaciones a este mundo, con dignidad, saber y el compromiso comunitario de conservar y transmitir esos saberes ancestrales que se encuentran en riesgo de desaparecer, debido a la la histórica estigmatización de la medicina ancestral de las comunidades negras que ha obligado a las parteras a ejercer su labor bajo el peso del racismo estructural.

“El papel de nosotras las parteras ha sido primordial porque es lo que ha permitido la preservación de la vida acá en el territorio, porque hay que reconocer que en el municipio hemos carecido de hospital, de equipos técnicos y humanos y hemos sido las parteras y curanderas quienes hemos logrado cubrir esos vacíos, somos nosotras quienes hemos estado en las cabeceras de los ríos prestando el servicio; nosotras además, aportamos con nuestros conocimientos, saberes y el relacionamiento con todo lo que el territorio nos brinda, hablando de plantas y de especies que sabemos manejar, preservar y conservar”, afirma Teo. 

Las parteras no solo asisten partos, son médicas, psicólogas, guías espirituales, agricultoras y protectoras del medio ambiente. Su sabiduría ha permitido que la salud y la vida se forjen incluso en contextos de exclusión institucional y de conflicto armado, el cual se ha exacerbado en el Pacífico caucano; de acuerdo con la más reciente alerta de situación humanitaria de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) hacia mediados de abril de 2025, 1.200 personas se encontraban con restricciones de movilidad por presencia de artefactos explosivos en el municipio de Guapi. 

Así mismo, el Instituto Nacional de Salud en 2023 reportó la tasa de mortalidad materna temprana en el Cauca fue de 42,9 muertes por cada 100.000 nacidos vivos, lo que significó una reducción del 42,7 % frente al año anterior. Pese a ello, las mujeres negras, solteras y con bajos niveles de escolaridad siguen siendo las más afectadas. Estas cifras evidencian la importancia de reconocer el trabajo silencioso pero vital de las parteras en todo el país. En muchas comunidades, ellas son las únicas que cuidan y acompañan a las mujeres antes, durante y después del parto. Su labor, sostenida por saberes ancestrales, ha salvado innumerables vidas en lugares donde el sistema de salud ha estado ausente o es ineficiente.

Por esta razón, el mensaje de Teo hoy es claro: “Las parteras necesitan ser valoradas y apoyadas, están solas, han sido invisibilizadas, olvidadas. Es tiempo de reconocer su papel, integrarlas en los sistemas de salud y retribuirles lo que han dado, porque ellas no solo traen hijos e hijas al mundo: ellas lo sostienen”.

Gracias a la incidencia política de diferentes organizaciones sociales, Colombia hoy cuenta con un Plan Especial de Salvaguardia que tiene como propósito proteger y fortalecer la partería tradicional afro, así como su reconocimiento como Patrimonio Inmaterial de la nación. En el Día Internacional de la Partería, reconocemos y visibilizamos a mujeres como Teo, alumbradoras y guardianas de vida y el territorio, porque cuidar es resistir, y las parteras del Pacífico caucano en Colombia son testimonio vivo del cuidado, humano, comunitario, colectivo y sustentable, que ha sostenido la vida y ha tejido lazos de confianza y unidad en las comunidades. 

El programa “Entornos que cuidan” es liderado por ONU Mujeres en alianza con la Embajada de Canadá y articulación con el Ministerio de Igualdad y Equidad, el cual busca transformar la manera en que se entiende, valora y distribuye el trabajo de cuidados en Colombia. La apuesta es posicionar el cuidado como un derecho colectivo, reducir las desigualdades que afectan principalmente a las mujeres, visibilizar y resignificar las prácticas de cuidado comunitario y colectivo, como las que encarnan las parteras tradicionales. 

En contextos rurales, étnicos y comunitarios, como el del Pacífico colombiano, el reconocimiento de estas formas de cuidado es vital. Reivindicar la labor de mujeres como Teófila es dar un paso hacia la construcción de un país que entienda que cuidar es un derecho de todas y todos, una responsabilidad compartida entre familias, Estado, sector privado y comunidades; y, que el reconocimiento de la partería ancestral afro representa un paso fundamental hacia la justicia étnico-racial, la autonomía cultural y el respeto por los saberes ancestrales.