Eriberta Angulo, la lideresa afrocolombiana que siembra comunidad y resistencia en el Pacífico caucano

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Foto: ONU Mujeres

Entre las piedras de Calle Larga que conservan la memoria de la esclavitud, los techos donde crecen las plantas medicinales y las calles que desembocan en el río, se forjó el liderazgo de Eriberta. “Eso del liderazgo una lo lleva adentro, yo creo que se nace con eso. Desde muy joven siempre me preguntaba qué podía hacer para que las mujeres rurales tuviéramos un espacio más allá del fogón, donde pudiéramos reconocernos, apoyarnos las unas a las otras y soñar juntas”, menciona con gran emoción. 

De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), Guapi cuenta con 29.207 habitantes, de los cuales el 50,5 % son mujeres y el 98,9 % se autorreconoce como afrodescendiente. Aunque Guapi tiene frontera terrestre, su acceso es limitado, ya que se encuentra en una zona montañosa y selvática, lo que hace que solo sea posible llegar por vía aérea o fluvial. Esta geografía compleja ha sido, además, escenario del conflicto armado, en lo que va del año se han registrado más de 650 desplazamientos, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). 

Ante las diferentes problemáticas que se presentan en el territorio, un día Eriberta decidió empezar a convocar a las mujeres de Calle Larga, una hojaldra y café era la excusa para reunirse a conversar y proponer acciones para cuidar el pueblo, el medio ambiente y compartir conocimientos ancestrales sobre el cuidado de las plantas de azotea. Pronto se dieron cuenta de que las hojaldras también podían venderse para generar ingresos, lo cual les permitiría apostarle a proyectos productivos que fortalecieran su alimentación y economía. Así, en 2004 nació PRODEMUCA (Promoción y Desarrollo de la Mujer Calle Largueña), una organización que promueve el cuidado del territorio, la economía propia y la pervivencia cultural. 

Posteriormente, junto a otras mujeres que también venían organizándose, en 2009 nace la Empresa Comunitaria de Mujeres Rurales de Guapi, Ríos Unidos, que agrupa a una docena de asociaciones de mujeres afrocolombianas y sus familias. Esta iniciativa busca consolidar la producción y comercialización de productos locales, así como fortalecer iniciativas agrícolas y económicas que garanticen la seguridad alimentaria y económica de sus comunidades. Entre los ríos Napi, San Francisco y Bajo Guapi, estas asociaciones realizan actividades que generan alimentos e ingresos, tanto individuales como colectivos, a través del manejo de fondos comunitarios. 

Desde hace más de una década, Eriberta es la representante legal de Ríos Unidos y aunque en varias ocasiones ha intentado dar un paso al costado, el reconocimiento de las mujeres no le ha permitido alejarse del liderazgo, “yo he llegado a las asambleas decidida a elegir a nueva junta y una nueva presidenta, pero siempre vuelven y me eligen como la representante, las mujeres me dicen que yo siempre tengo una facilidad para manejar el grupo, para conciliar y para hacer que las cosas funcionen” cuenta. 

Ríos Unidos está vinculada al programa Mujeres Cambiando su Mundo, una iniciativa de ONU Mujeres junto al Gobierno de Colombia y el Gobierno de Alemania. Este programa se constituye como una acción afirmativa frente a la labor de las defensoras ambientales en Colombia, y representa un aporte fundamental para la promoción de su trabajo en red, su incidencia política, el acceso a la información, la justicia y la rendición de cuentas en las agendas climática y de derechos humanos a nivel regional, nacional e internacional.  

“Con los años una se va cansando, las fuerzas se van disminuyendo, así que yo sueño con que las jóvenes sigan con el legado del cuidado de las plantas medicinales, que aprendan que las plantas sirven para todos los dolores y que no dejen perder nuestras prácticas y costumbres”, señala Eriberta con determinación. 

La historia de Eriberta Ángulo es la de muchas mujeres afrodescendientes del Pacífico colombiano que, desde la resistencia y el amor por su territorio, han construido caminos de autonomía, justicia ambiental y dignidad colectiva. En medio de contextos de adversidad, su voz y la de sus compañeras resuenan como el río. Ellas son guardianas de la vida, sembradoras de esperanza y protagonistas de un presente que se teje desde el cuidado del medio ambiente, la memoria y la organización comunitaria. 

Foto: ONU Mujeres