A 50 años de la creación del Consejo Regional Indígena del Cauca, las mujeres indígenas siguen luchando por el territorio y la vida

Al hacer parte de ProDefensoras, el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) apoya en temas de protección y autocuidado a 300 mujeres indígenas en 10 municipios del departamento del Cauca

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Crédito: CRIC 

El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) completa este año medio siglo de luchas por los derechos de los pueblos indígenas, por la recuperación y protección de sus resguardos y territorios y en la búsqueda y conquista permanente de avances y desarrollos para su reconocimiento como sujetos de derechos: una larga jornada de trabajo y sacrificio de hombres y mujeres, pero sin el reconocimiento suficiente para ellas, que hasta 1993 lograron la creación del Programa Mujeres Indígenas, con el que se oficializó su participación real y formal de las mujeres dentro de la organización. 

La historia de las luchas libertarias de los indígenas (principalmente, Nasa y Misak) en el departamento del Cauca se remonta a los tiempos de la conquista y la colonización española. La presencia de las mujeres en medio de las confrontaciones estuvo rodeada de hazañas y hechos emblemáticos que hacen parte imborrable de la cultura y la historia de la región y del país.

Roseli Finscué, coordinadora del programa Mujeres CRIC, relata cómo en los años 80 surgió un proceso al que llamaron Las Gaitanas para defenderse de la violencia que azotaba a las comunidades, inspiradas justamente en la famosa lideresa la Cacica Gaitana por lo que hizo hace ya casi cinco siglos: “las mayoras siempre han invocado a la Cacica Gaitana, es su referente histórico... Ella venció militarmente a Sebastián de Belalcázar durante la conquista española -explica orgullosamente- y si eso no hubiese ocurrido, hoy Tierradentro no sería lo que es. Para las mujeres del Pueblo Nasa ella es todo un símbolo”.

Pero los procesos que dieron origen al CRIC empezaron antes. Las luchas que adelantaban los indígenas caucanos de tiempo atrás estaban encaminadas básicamente a la recuperación de sus tierras y a la superación de la exclusión y la discriminación. Para 1971, se tomó la decisión de fundar el CRIC a fin de construir la organización que fuera capaz de liderar la lucha por la unidad en la diversidad, la tierra, la cultura y la autonomía de los pueblos indígenas y para enfrentar el oprobio que se vivía con formas de semiesclavitud como el terraje y la aparcería.


Crédito: CRIC 

Los primeros esfuerzos tuvieron en cuenta la importancia de trabajar en las entidades por origen y raíces del pueblo, de suerte que cada uno tuviera su propio proceso de alfabetización para adultos. Roseli recuerda que se creó la estrategia “Aprender a leer para aprender a luchar”, un programa que incluía a las mujeres. Poco después se crearon las CRIC regionales en otros departamentos como Tolima, Vichada, Risaralda y Córdoba, hasta 1982 en que se creó la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) como ente articulador de carácter nacional para el trabajo político y organizativo en la defensa de los pueblos indígenas.

“Desde 1975, se dio la necesidad de que las mujeres se organizaran porque estaban quedando viudas, a sus esposos e hijos los estaban matando, y era necesario generar acciones de solidaridad, acompañamiento y empoderamiento; tenían ellas que asumir los roles de liderazgo para defender a sus familias y recuperar la tierra”, relata Roseli. 

Ya para 1993, se crea el Programa de Mujeres Indígenas, al que se le otorgaron tres mandatos: formación política para las mujeres; promoción de la organización de las mujeres, y la investigación sobre la situación y reconocimiento de la identidad de las mujeres indígenas y el fondo de solidaridad para las mujeres víctimas. Se nombra además una coordinadora del Programa que a su vez era miembro en el comité ejecutivo y se crean programas zonales de mujeres incluyendo el trabajo relacionado con procesos de las mujeres para exigir justicia con el propio gobierno y ante la justicia ordinaria.

En palabras de Roseli: “cada vez más hay mujeres haciendo el ejercicio de representación de autoridad, el programa ha logrado que las mujeres se formen y participen en los debates. Hay referentes importantes como Aida Marina Quilcue Vivas, Rosalba Velasco, Rosalba Ipia, que han ganado ese espacio público y político… No es muy amplio, apenas llegamos al 20% en la representación oficial, pero en otras dinámicas hay más participación como en las mingas o las asambleas. Estamos ante un cambio cultural, hay mujeres jóvenes en la representación y eso tiene que ver con el acceso que han tenido a la educación que se complementa con el trabajo comunitario. Del Programa Mujer hacen parte cerca de 1000 mujeres, es un asunto que durante el proceso se va dando y fortaleciendo”. 


Crédito: CRIC 

Para las mujeres que integran el CRIC, los temas de autoprotección y autocuidado no son nuevos. Vivir en la ruralidad caucana es un constante desafío fruto de que las causas y consecuencias que alberga el conflicto colombiano no han cambiado radicalmente. No obstante, el Acuerdo de Paz firmado con las FARC hace más de cuatro años, subsisten las violencias de todo tipo y en este aspecto las comunidades indígenas han hecho esfuerzos para protegerse.

En ese sentido, Roseli describe lo que se ha logrado: “nosotras hemos venido trabajando en el rescate de los conocimientos ancestrales con el propósito de proteger a las comunidades tanto a hombres como a mujeres. Para nosotras la protección viene de adentro, hemos aprendido de nuestras propias lideresas, que han sido víctimas de atentados y amenazas, para ellas su protección fundamental es la protección espiritual y ancestral que las ha mantenido vivas, más allá de las medidas que el gobierno les ofrece”. 

Hacer parte del Programa ProDefensoras contribuye, en su opinión, con tareas que ya venían realizando: el compartir experiencias entre las mayores y jóvenes para transmitir el conocimiento y el fortalecimiento ancestral y psicosocial para apoyarse entre todas.


Crédito: CRIC 

 

Sobre ProDefensoras: 

Esta historia se ha redactado en el marco de ProDefensoras, una iniciativa de ONU Mujeres en articulación con la Defensoría del Pueblo y con el apoyo de la Embajada de Noruega, que busca proteger la vida de las lideresas y defensoras de derechos humanos en Colombia y la cual beneficia a más de tres mil lideresas y sus comunidades en los departamentos de Antioquia, Cauca, Nariño y Chocó.  

    

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