Mujeres indígenas y campesinas de Cumbal, Nariño, se forman para hacer historia

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Crédito: ONU Mujeres - Corporación Hombres en Marcha

Luz Angélica Tarapuez, mujer indígena del pueblo de Pastos, en Cumbal, Nariño, vive en la frontera colombo ecuatoriana y está convencida que su proceso de formación es uno de los caminos para seguir luchando por sus derechos y avanzar hacia la igualdad de género. Conozca su historia.

La Escuela de formación ‘Soy Rosita, soy mujer, soy campesina, soy indígena’ dirigida a las mujeres para la prevención, protección y atención de las violencias basadas en género, que se desarrolla en el municipio de Cumbal, Nariño, ubicado en la frontera colombo ecuatoriana, ha permitido que las participantes afiancen su participación social y comunitaria. Luz Angélica Tarapuez es una de ellas.

“Yo defino a mi comunidad indígena como trabajadora, de minga, de resistencia, una comunidad que tiene mujeres lideresas y se han caracterizado por recuperar la tierra. Cumbal ha sido pionero en la lucha por el territorio y las mujeres han sido protagonistas en estos procesos. La historia lo dice. Ganar los espacios de liderazgo no ha sido fácil, hemos tenido que luchar también con los hombres que muchas veces nos han discriminado y se han burlado de nosotras, pero no nos hemos dejado opacar. Ahora estamos organizadas como Mesa de Mujeres y nos estamos formado en la Escuela, aprendiendo sobre nuestros derechos y concientizándonos frente a la importancia de hablar cuando no estamos de acuerdo, cuando sentimos que las decisiones nos afectan como mujeres”, cuenta Luz Angélica con orgullo.

Las mujeres que cursan la Escuela han logrado apropiar diferentes conceptos frente a las violencias basadas en género, también han fortalecido sus conocimientos en torno a la participación social y política, y por eso se han vinculado a diferentes escenarios como la Mesa Municipal de Mujeres, el Comité Local de Violencia Sexual y Juntas de Acción Comunal. Uno de los resultados movilizadores del proceso permitió que las mujeres realicen foros en época electoral, a través de los cuales han construido propuestas, incidiendo en el Plan de Desarrollo Municipal. El proceso ha impactado positivamente la vida de las participantes, principalmente en la construcción de su autonomía como elemento fundamental para la prevención de las violencias. 

“Dentro de las acciones que hemos conseguido en este proceso ha sido la realización de un foro que dio mucho impacto, es el primero que hacemos las mujeres en la historia de Cumbal en el que se logró visibilizar nuestra voz. Ahora las jóvenes están aprendiendo de nosotras, les dejamos un legado de lucha y fortaleza. Nosotras somos como el agua que fluye y da vida, y los hombres son como el fuego que enciende. En nuestra cosmovisión indígena nadie es más y nadie es menos, somos complemento y por eso defendemos la igualdad de género”.

Luz Angélica se ha destacado también por invitar a muchas mujeres para que participen en el proyecto, afirmando que para ella ha sido una experiencia muy enriquecedora: “la escuela es importante porque las mujeres debemos estar aprendiendo, es parte de la vida y permite actualizarnos”, dice. Son cerca de las 6 de la tarde y la noche empieza a caer, al fondo suenan las campanas de la iglesia ubicadas en el parque central de Cumbal y se escuchan los pájaros acercarse a los árboles para anidar. Illari, su hijo, se acerca correteando a las palomas y resbalando entre los charcos del piso mojado por la lluvia. 

Ella lo mira con ternura y menciona: “Illari llegó en un momento especial de mi vida, mi hija mayor ya está en la universidad y no pensé que en este momento tendría otro bebé. Él es mi resistencia, mi fuerza, y lo voy a criar para que sea solidario con los derechos de las mujeres. Su nombre significa amanecer en Quechua y él fue para mí un amanecer, en mi gestación estuvo todo el tiempo acompañándome a palabrear, a tejer y ahora con sólo dos años me acompaña a tocar la armónica en mis rituales y encuentros, asiste a espacios que seguramente un día los va a entender mejor y tendrá bases para que sea una persona coherente con lo que hemos luchado”

Luz Angélica Tarapuez actualmente hace parte de la Escuela de formación ‘Soy Rosita, soy mujer, soy campesina, soy indígena’ que implementa la Corporación Hombres en Marcha en el marco del proyecto binacional ‘Comunidades Protectoras’, implementado en la frontera colombo ecuatoriana por ONU Mujeres, UNICEF y ACNUR con el apoyo del Peace Building Fund. 

El proyecto binacional es la primera iniciativa que se desarrolla en la frontera, articulando la formación a las mujeres en torno a sus derechos, el involucramiento de hombres como aliados de la igualdad de género y el fortalecimiento de la ruta institucional para la atención y prevención de violencias basadas en género. La historia de Luz Angélica se relaciona con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 para lograr una paz sostenible y el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 para la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas.

  

Crédito: ONU Mujeres - Corporación Hombres en Marcha

 

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