La igualdad de género no tiene fronteras: mujeres campesinas e indígenas fortalecen su liderazgo

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Crédito: ONU Mujeres

Mujeres campesinas e indígenas del pueblo Pasto del municipio de Ipiales, Nariño, participan en proceso de formación para fortalecer su liderazgo y empoderamiento frente a su autonomía económica y política con el fin de promover entornos que propicien una vida libre de violencias para las mujeres y las niñas en la frontera colombo ecuatoriana.

Cerca de 50 mujeres se han vinculado a la Escuela de formación ‘Soy Rosita, soy mujer, soy campesina, soy indígena’. Ellas, con lo aprendido allí han empezado a transformar las pautas de crianza en el hogar y a su vez replantear roles y estereotipos de género que propician violencias y que en muchas ocasiones han sido naturalizados. 

“Me llamo Mariana, tengo 50 años y no me da pena decirlo, nací en Ipiales y soy representante de las mujeres indígenas del resguardo de los Pastos” así lo afirma Mariana Tucanez, participante de la Escuela de formación para la prevención, protección y atención de violencias basadas en género; iniciativa que implementa la Corporación Hombres en Marcha en el marco del proyecto binacional ‘Comunidades Protectoras’ que se desarrolla en la frontera colombo  ecuatoriana por ONU Mujeres, UNICEF y ACNUR con el apoyo del Fondo de Consolidación para la Paz de las Naciones Unidas. 

Mariana Tucanez es una mujer lideresa que se ha destacado en su municipio y en el departamento por su liderazgo para que las mujeres de su comunidad se formen y empoderen en torno a sus derechos. “Estos temas me empezaron a gustar desde la primera Escuela de Género que hubo en Ipiales en el año 2008, después participé en la construcción de la Política Pública de las Mujeres y ahora hago parte de la Escuela de formación del proyecto Comunidades Protectoras”, dice. 

La Escuela está dirigida a mujeres indígenas y campesinas de la zona fronteriza, espacio en el que se fortalecen conocimientos sobre sus derechos, participación social y política, autonomía económica, y construyen de manera colectiva una ruta comunitaria para fortalecer la atención y prevención de las violencias contra las mujeres, en articulación con la institucionalidad.

Mariana, quien además participó en el grupo asesor de mujeres indígenas para el ajuste metodológico de esta Escuela de formación, señala que siente gran satisfacción frente al proceso porque de manera inclusiva incorpora un enfoque étnico.  “Para las mujeres estos temas son nuevos, por eso queremos que conozcan sus derechos, que empiecen a actuar y ser conscientes de las situaciones de violencias a las que podemos estar expuestas, que se tomen los escenarios de participación porque las mujeres estamos dentro del desarrollo”, añade.

Uno de los sueños de Mariana es que otras mujeres de Ipiales fortalezcan sus conocimientos y que las enseñanzas recibidas en el proceso se transmitan: “Con la Escuela buscamos que se repliquen estos temas porque lastimosamente las mujeres indígenas viven situaciones de violencias sexuales, psicológicas, físicas y patrimoniales, pero no se dan cuenta, por eso es importante que las mujeres se empoderen. Las mujeres somos fundamentales en el desarrollo, pero no nos hemos dado cuenta, no reconocemos lo importantes que somos en el hogar, en la chagra, en lo social, económico y político”.

El proyecto ‘Comunidades Protectoras’ es una apuesta para fortalecer estrategias binacionales que beneficien a las mujeres y niñas de la zona de frontera a través de acciones afirmativas para promover una vida libre de violencias y discriminaciones porque “la igualdad de género no tiene fronteras”, así lo manifiesta Mariana Tucanez, convencida que con pequeñas acciones se pueden tejer caminos hacia un mundo más igualitario.

 

 

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